El Diario de Ollivander XXXV

Los abuelos se han ido.

Mamá salió hoy con los abuelos y ya no los volví a ver, solo a mamá, que regresó sin ellos.

“¿Dónde los guardaste a ellos, mamá?, ¿están con tía y hermano Zuri?”

Mamá me abraza, me acaricia y me da de comer.

Me está dando más comida, pero ahora tengo que esperar más tiempo, también ha dejado de darme comida en la madrugada, aunque ahora puedo dormir de nuevo toda la noche.

Mis hermanos, mamá, papá y yo nos acostamos en la sala, al fin tengo fuerza para subir al respaldo del sillón, donde el viento sopla y huele a familia. Ellos están contentos platicando, viendo la televisión que cuelga de la pared y mamá y papá miran las teles pequeñas que parecen llevar de un lado al otro.

Mamá dice que los abuelos ya llegaron a casa, yo me asomo afuera y luego dentro de la casa.

“Mamá, los abuelos no están en casa, ¡no los veo!”

Mamá no me contesta, pero mis hermanos dicen que quieren ir a visitarlos la próxima vez.

Yo solo sé que este día ha sido muy tranquilo a diferencia de los días anteriores. Nadie mueve más cosas, nadie me saca al patio a esperar y yo logro dormir un rato con mis padres y mis hermanos antes de que sea la hora de comer otra vez.

¡Qué tranquilidad!

El Diario de Ollivander XXXIV

¿Espu-QUÉ?

Sé que huelo muy mal, a veces, cuando todo a mi alrededor huele a limpio, me doy cuenta de que apesto, no importa cuánto me lave con mi lengua, no puedo quitarme el aroma de encima.

Abuela está diciendo algo en la sala, mamá y mis hermanas acaban de llegar, huelen a mi tienda, así que me acerco con ellas.

“¿Me trajeron dulces, o galletas?”

Mamá se ríe, mis hermanas también.

“Ollivander, tranquila, si te trajimos cosas, pero no hay dulces ni galletas!”

¡Pulgas!, en verdad quería comida rica y deliciosa, mis croquetas nuevas saben muy bien, igual la pastita de lata, pero quería comer algo delicioso, como mi crema de cacahuate, o mis galletitas de sabores, ¡o una pata de pollo!

Mamá toma una lata que se parece a la que usa para rociar el suelo después de limpiar donde he hecho pipí y me dice “¡Mira lo que te trajimos, Oli!”

La abuela dice algo de hacer no se qué afuera. Yo me acerco confiada, quiero saber que es lo que me trajeron.

Mamá agita la lata, mis hermanas me rodean y entonces, ¡¡PRRRRSHHHHHHHHHH!! “¿QUÉ ES ESO?, ¡AUXILIO!”

La lata hace un ruido muy raro y una cosa blanca me cae encima del pelo, yo trato de salir corriendo, pero mis hermanas me atrapan y se ríen, ¡son unas traidoras!

Mamá también se ríe, la abuela se ríe y mamá y mis hermanas comienzan a frotarme la cosa blanca por encima.

“Tranquila, Ollivander, solo es espuma, ¡apestas!”

Sé que apesto, pero no por eso pueden dispararme cosas raras con una lata.

Mis hermanas siguen riendo y tomando más de esa cosa blanca de la lata. Me la frotan por todas partes, me siento un poco mojada… esta espuma se siente graciosa.

Me quedo parada, esperando en lo que mamá y mis hermanas frotan esa cosa y me cepillan, mamá dice que se me está cayendo mucho cabello, yo solo sé que la cosa blanca huele raro… mejor que yo, pero raro.

Cuando comienzan a frotarlo en mis patitas y mi cola no puedo soportarlo más, aprovecho que se han descuidado y salgo a esconderme debajo del trampolín, luego comienzo a lamer mi pelaje y mis patitas.

En realidad, sabe raro, pero no huele mal, es más, creo que ya no huelo tan mal.

Cuando salgo de debajo del trampolín, mamá me acaricia y luego me rocía algo por encima que, de hecho, huele bien.

No me gusta el ¡tsss! ¡tsss! Que hace esta otra botella, pero al menos no hay nadie frotándome cosas extrañas… y en definitiva, ya no huelo tan mal, hasta la abuela se sienta conmigo para acariciarme. Muy bien, tal vez deje que me pongan la botella que hace ¡tsss! ¡tsss!, ¡pero ni loca vuelvo a dejar que me pongan espuma!

El Diario de Ollivander XXXIII

Mi casa huele raro.

Desde ayer que llegamos pude notar que toda la casa huele raro. Tía y hermanito Zuri no están, y hay algunas cosas nuevas por la casa.

Cecilio me saluda y me pregunta dónde estuve escondida, porque estuvo buscándome por 5 días. “¿Me fui por tanto tiempo?”

“Si”, me contesta Cecilio sin dejar de tomar el sol junto a su casa de agua, “los pájaros dijeron que se llevarían tus cosas si no volvías, y adentro han estado limpiando como locos, no sé que apesta más, si tus deshechos o lo que le salió del sillón luego de que lo sacaron y lo llenaron de agua.

Que extraño, los sillones están en su lugar desde que llegué, aunque es cierto que los dos huelen muy extraño y muy limpio.

Mamá me ha estado dando comida muy rica también, me dan una pasta suavecita que huele delicioso y croquetas molidas con agua. Mi pancita ya solo me duele de hambre, mamá me da muy poca comida, aunque me da comida todo el día.

“Sigues enferma, Ollivander, y no quiero que vomites, pasaste muchos días sin comer nada”, “¡Pero mamá, tengo hambre porque no comí nada muchos días!, ¿no puedes darme más?, ¿hasta que ya no tenga hambre?”, por supuesto, mamá no me contesta, solo me dice que sea paciente.

Mis patas están tan débiles, que no puedo pararme en dos patas para jugar con Alan, ni subirme al sillón, bueno, menos mal que mamá me hizo esta camita nueva, es fresca, cómoda y es más fácil subir aquí que al sillón.

Un poco después mis hermanos me abrazan, juegan conmigo y mis peluches, me acarician y mamá les deja que me den otro poco de comida.

También me ponen la pomada que huele rico que mamá se pone en las manos y me cubren mis patas, tengo demasiada comezón, el pelo que me quitaron está volviendo a salir y me pica mucho, aunque con la crema no me pica tanto… pero tengo tanta hambre, que preferiría comerme la crema. Bueno, supongo que solo puedo descansar, jugar un poquitito con mis hermanos y esperar a que mamá me dé más comida.

¿Qué le pasó a mi cachorra Ollivander?

Si han estado siguiendo «El Diario de Ollivander», la buena noticia es que actualmente Ollivander está bien y fuera de peligro… un poco gorda incluso. Estoy subiendo las entradas del diario con un mes de retraso o algo así, nuestra pequeña fue hospitalizada durante el sábado de Gloria (primer sábado de vacaciones de semana santa), primero en el hospital anexo a la tienda de mascotas cercano y posteriormente en una clínica veterinaria de las que funcionan 24 horas.

Lamentablemente, muchos cachorros que contraen el parvovirus no tienen tan buena suerte y quedan con diversas afectaciones, algunas más graves que otras, o mueren a los pocos días de mostrar síntomas.

Nuestra Ollivander tuvo parvovirus… ¿y exactamente qué es eso?

Según el portal SurVet, el parvovirus canino o parvovirosis es una enfermedad infecciosa, vírica grave y potencialmente letal que puede afectar a cualquier cachorro desde las cuatro semanas de vida, siendo especialmente propensos a contagiarse cualquier adulto o cachorro que no haya sido debidamente vacunado contra el parvo o bien (como le pasó a nuestra Ollivander), haya recibido vacunas de mala calidad. Si acabas de hacerte de un cachorro, consulta con varios veterinarios por el laboratorio más recomendado en cuanto a vacunación canina y procura que sean estas las que le apliquen.

¿Que cómo se contagia? Excelente pregunta.

El parvo puede contagiarse de madre a cachorro durante la gesta, por contacto directo con un perro infectado, o bien si tu perro tiene contacto oral o nasal con orines, vómitos o heces contaminadas, así que más vale que tengas cuidado al sacar a tu peludito a pasear, podrían toparse con el virus a la vuelta de la esquina.

Si tuviste un perrito infectado en casa, es necesario limpiar y desinfectar pisos, platos de comida canina, cama, juguetes y cualquier superficie con la que tu compañero haya tenido contacto (a nosotros nos tocó sacar a lavar y desinfectar un sillón completo, entre otras cosas), y evita llevar otro cachorro a casa, el virus puede sobrevivir hasta por seis meses dentro de tu patio o tu casa, recuerda que de llevar un perritu nuevo, podría contagiarse.

El periodo de incubación del parvo es de entre 5 y 10 días, ojo con eso.

¿Y cómo sé si mi perrito tiene parvo?

Tu amiguito podría presentar diarrea, vómitos, fiebre, falta de apetito y decaimiento, apatía y/o letargo, depresión, pérdida de peso, dolor a la palpación en abdomen y hasta deshidratación.

Si tu perruno amigo presenta alguno de estos síntomas, pon especial atención en los vómitos y las diarreas, Ollivander comenzó con heces grisáseas con rosa, luego diarreas de un rojo oscuro, casi café, una vez hospitalizada nos informaron que había comenzado a arrojar sangre en sus héces, así que ya saben que cosa buscar si sospechan de que su perrito está enfermo.

Para comprobar el diagnóstico, se somete una muestra de héces a una prueba especial y rapidísima, tarda menos de 15 minutos en arrojar el resultado.

¿Qué hacer en caso de que mi perrito tenga parvovirus?

Si al igual que Ollivander es un cachorro, lo más probable es que tenga que quedarse en el hospital para que por vía intravenosa le apliquen fluidoterápia (evita que se deshidraten), tratamiento de soporte nutricional (suero, glucosa, alimentación asistida), control de motilidad digestiva y distención gástrica (medicación especial para proteger la mucosa intestinal y frenar el movimiento intestinal, de modo que no puedan defecar sangre o lastimarse más el sistema digestivo), controlar la aparición de complicaciones (puede que les den antibiótico, medicamento para la fiebre o algo más que necesiten para ayudarlos a elevar sus defensas), plasma, albumina O sangre, según sea necesario.

Y tiene lógica que el paciente deba quedarse en el hospital. Pastillas y jarabes, sean los que sean, van a terminar vomitándolos a causa del mismo virus, por otro lado, una pérdida de sangre importante podría terminar en tragedia si no tienes modo alguno de ponerle más sangre en casa.

Nuestra Oli no llegó a necesitar transfución sanguínea, por suerte, aunque si que le estuvieron colocando suero con glucosa para ayudarla a estabilizarse y mantenerse hidratada.

Lo triste del caso es que no existe un medicamento que acabe con este virus, por lo que los tratamientos solo buscan ayudar a que los perritos sobrevivan a los síntomas y les estimulan el sistema inmune.

Algo bueno es que esta enfermedad no se contagia a humanos.

Algo malo es que un perro adulto que haya sido contagiado, al no mostrar una sintomatología grave, podría convertirse en un foco de infección y contagiar a todos sus vecinos cachorros, tanto canes como felinos. Si tienes un perro adulto que ha estado presentando vómito o diarrea, evita sacarlo de casa y procura que le hagan una prueba. Posiblemente no sea mortal para él, porque sus sistema inmune es mucho mejor y más resistente que el de un cachorro, pero sería prudente evitar que contagie a otros, de hacerle la prueba y salir positiva, tu veterinario de confianza podrá asistirte en cuanto a medidas de seguridad y el tiempo que tu perro tendría que mantenerse en cuarentena.

Si tu perrito está presentando alguno de estos síntomas o sospechas que podría estar contagiado, puedes consultar con tu veterinario de confianza o en la página de SURvet, ya sea por mensaje electrónico o por teléfono.

Tu perro y todos los que están alrededor te lo agradecerán.

El Diario de Ollivander XXXII

El hospital veterinario

Así es como se llama el lugar donde mamá me dejó.

No sé cuantos días he pasado aquí, solo sé que siempre hay personas aquí, todas me llaman por mi nombre cuando me revisan y tratan de ser amables… excepto cuando me dan comida, yo no tengo hambre y no importa cuanto se los diga, aún así uno de ellos me sostiene en un abrazo y el otro me obliga a comer, metiéndome papilla con algo que parece una jeringa que no pica.

No he visto a mamá o a mis hermanos, el otro día creo que los escuché, pero no he podido verlos ni olfatearlos.

Casi no he vomitado y mi pancita ha dejado de dolerme poco a poco, solo ha tratado de estallar un par de veces desde que me trajeron aquí.

En realidad, estas personas no son malas, me cuidan mucho. Aunque no me dejan sentarme con ellos en un sillón como mamá y papá, se sientan junto a mi cama y me hablan bonito y me revisan, no han vuelto a picarme tampoco, eso me gusta.

“Oye, ¿cuándo puedo ir a casa?, ¿dónde está mi familia?”, les pregunto cada vez que se sientan conmigo o me revisan, pero no me contestan. Las personas son muy tontas, no importa cuanto les hable, nunca me contestan.

Entonces empiezan a decirme que si no como, no puedo ir a casa.

¿Entonces solo tengo que comer?

Todavía no siento hambre, pero mi estómago ya no me duele y aunque me siento muy cansada, me siento mejor, así que trato de comer un poco. La comida sabe muy bien, aunque esté pastosa y suave. Como un poco más y luego un poco más… y entonces me quitan la cosa en mi pata, ponen mi collar y mis juguetes en una bolsa y me cargan con ellos.

“¡MAMÁ, PAPÁ, ELI! ¡SI VINIERON POR MI!”, estoy tan feliz de verlos, que mi colita no para de moverse, ojalá tuviera tanta fuerza como mi colita, quiero bajar de un salto, pero no puedo. Eli me hace mimos y me saluda muy contenta, con esa voz aguda que hace solo para mí. Papá me acaricia y no puedo parar de besarle la mano, él se ríe. La persona que me carga camina detrás de mamá hasta llegar al auto, mi camita nueva está esperando ahí. La persona me acomoda, mamá le agradece y le hace unas preguntas sin dejar de acariciarme, luego Eli se sube atrás conmigo y mamá al fin me saluda.

“¡Ya estás mejor, Oli, ya podemos llevarte a casa!”

No puedo dejar de sentirme feliz y emocionada, a pesar del cansancio y de todo, acabo de oír justo lo que quería.

Vamos a casa.

El Diario de Ollivander XXXI

¿A dónde me llevan?

Mamá se estuvo levantando en la noche para ofrecerme agua y comida, pero no puedo comer nada. El dolor regresa poco a poquito durante la mañana y mamá trata de hacerme tragar unas cosas que huelen horrible. La tía la ayuda y entre las dos me hacen tragar algo que sabe a carbón.

No me gusta nada.

Después todos abrazan a tía y al hermanito que vino con ella y papá llega de algún lugar con el auto oliendo muy bien, entonces se los lleva a alguna parte.

Antes de que papá regrese, no puedo evitar vomitar. Vomito los sillones, vomito el suelo y mi pancita parece que va a estallar, así que intento sacar lo que me lastima.

Mamá y abuela limpian todo lo que pueden, me acarician, me ofrecen más agua y entonces, mamá me prepara para salir.

“Lo siento Oli, tenemos que llevarte de nuevo al veterinario”, ¡ay no! Creo que me van a picar otra vez.

Papá regresa, mamá me sube al auto, esta vez Eli no va, traté de morderla ayer, cuando hizo lo posible por sacarme de abajo del trampolín, así que hoy van Ilia y Alan conmigo.

Bajamos en mi tienda favorita, pero mamá no me deja caminar, me carga desde un inicio y me dice que me porte bien. Mi pancita duele, yo me siento mal, pero al menos no vomito ni siento que mi pancita vaya a estallar.

Nos vuelven a meter al mismo cuartito de ayer.

La misma persona que me picó ayer vuelve a salir y me vuelve a acariciar y revisar. Saca otra vez las cosas de plástico y frascos, sale del cuartito y mamá le dice a mis hermanos que vayan juntos a ver a los cuyos… no sé que son, pero mis hermanos me acarician, me dicen cosas lindas y luego salen juntos.

Mamá me abraza después de que la persona vuelve a entrar, justo cuando me empiezo a relajar, ¡zaz! Me aprietan mi lomo y me pican de nuevo.

“¡Mamá, no!”, pero mamá me abraza y me dice que va a pasar rápido, que estoy enferma. Me ponen más piquetes, uno detrás del otro en diferentes partes de mi lomo y vuelven a picar mi trasero.

¡AAAAAuuuuuuuchhhh!

Yo intento huir, no me gusta, no me gusta nada, pero mamá logra devolverme a la mesa y mantenerme quieta para que me terminen de picar.

La persona habla con mi mamá un poco más y luego mamá me carga.

“Esto no me gusta nada, mamá, ¡no me gusta!”

Juntas buscamos a mis hermanos y volvemos a casa.

Yo trato de dormir.

Mamá intenta que tome las cosas que huelen raro, pero no la dejo. Tampoco puedo comer, me siento un poco mejor, pero no tengo nada de hambre, solo tomo agua, hasta que… bueno, siento que mi pancita va a estallar de nuevo, así que me bajo del sillón para hacer… y mamá se preocupa, me habla bonito y me saca al patio. Yo la miro desde la sombra del trampolín. Ella limpia, habla con los abuelos, luego sale rápido con una enorme caja de plástico donde antes guardaba mis cosas y la enjuaga hasta dejarla bien limpia, luego la seca, le pone una almohada y la cubre con una tela que se siente fresca y suave. Todo es un lío en casa, todos hablan, todos caminan de un lado al otro. Mamá me sube a esta caja y me pregunta si me gusta mi cama nueva, le digo que sí, ella regresa y coloca un pañal feo debajo de mi, sobre la cama nueva y me pone mis peluches. Fido, Tiny y Salchi suben conmigo al auto, Iliana se sienta conmigo atrás y Eli va adelante muy triste.

Volvemos a mi tienda, pero esta vez, mamá no me deja bajar de mi caja. Estoy asustada, enferma y adolorida, ¿qué me van a hacer ahora?

¡Nunca pensé que me harían esto!

Una persona diferente habla con nosotros en el otro cuarto, no sé que dice, pero mamá le dice que si, ella y mis hermanas me abrazan.

Eli llora.

Ilia está triste.

Mamá parece nerviosa y preocupada, entonces alguien diferente entra con nosotras y me toma en brazos. “¿Mamá?, ¿mamá, a dónde me llevan?, ¿mamá?”

Me siento tan cansada, que no puedo saltar. Esta persona me pone en una cama diferente y me dejan encerrada ahí, después me entregan a Tiny y yo la abrazo. No puedo oler a mamá o a mis hermanas, no puedo escucharlas tampoco.

Otra persona me hace algo raro en mi pata y entonces me clava algo, me arde un poco, no me gusta. Lo que me pusieron en mi pata se aseguran de que no se caiga y siento como algo fresco empieza a entrar por ahí. Yo estoy cansada, enferma, adolorida y triste, no conozco a nadie de los que están aquí, ni a las personas ni a los otros perros. Termino por quedarme dormida.

Cuando es de noche me quitan lo que tenía en la pata y me cargan, mamá está ahí con abuelo.

“¿Mamá, podemos ir a casa ahora, por favor?, tomaré mi medicina, haré popó en el patio y dejaré de comer zapatos, pero vamos a casa”.

Mamá me toma en brazos, le contesta algunas cosas a las personas que me tuvieron en esa cama rara y luego me lleva al auto, me acuesta en mi cama nueva y se queda conmigo en lo que el abuelo maneja.

Yo estoy molesta con mamá, me dejó demasiado tiempo en ese lugar y me siento cansada.

Tal vez no debí ignorar a mamá, llegamos a otro lugar que huele mucho a perros y gatos. Mamá me deja en otra mesa, sobre mi cama y esperamos, no deja de tocarme y acariciarme.

Otra persona diferente con ropa igual a los de mi tienda entra, me acaricia, revisa unas hojas que le dio mamá y habla con ella. Esta persona me carga con todo y mi cama, también me llama por mi nombre y me lleva a un lugar donde hay otros perros. Me pasa a una cama nueva con Tiny y Salchi, Fido no está.

Me revisan la temperatura. ¡Auch!, odio que me revisen. Luego me hacen algo raro en mi otra pata y me pican de nuevo, otra vez el líquido fresco entrando a mis patas, también me quitan mi collar y lo cuelgan en la cama en que me han dejado a descansar. “¿Dónde está mamá?, ¡oigan! ¿Dónde están mi mamá y mis hermanos?” pero nadie me contesta y yo estoy tan cansada y tan triste, que termino quedándome dormida.

El Diario de Ollivander XXX

Estoy muy enferma

Hoy nadie sale como los días anteriores. Tía y abuela se encargan de la comida y de mover cosas por toda la casa, mis hermanos juegan contentos, yo me siento muy mal, mi panza me duele y eso que la vacié toda, muy temprano en la mañana. La abuela no parecía nada contenta cuando estuvo limpiando mi popó, pero es que me siento de verdad muy mal.

Mamá intenta darme algo de comida cuando baja, me ofrece más de esa agua rara y es lo único que puedo tomar. Siento que mi pancita me va a explotar si no hago popó, pero lo que sale es líquido y huele extraño, mamá lo limpia, tarda demasiado, no deja de mirar a otro lado. Después me pone mi correa. “¿Vamos a ir al parque, mamá?”, ella me acaricia, le dice a Eli que se ponga tenis y luego nos subimos al auto. Eli va conmigo atrás, no deja de acariciarme, creo que las dos están preocupadas.

“¡Es mi tienda, es mi tienda!” les digo emocionada, Eli se ríe un poco y me ayuda a bajar, todavía me duele mi panza, pero puedo aguantar, esta tienda es divertida, huele a muchos animales y tiene cosas divertidas… pero no vamos a las cosas divertidas, mamá y Eli me llevan a una parte de la tienda que no había visto, tienen una mesa metálica como esa mesa fea donde me ponen cuando me pican mi lomo, “¿Me van a vacunar?, pero mamá, ya me siento muy mal, ¡no necesitan picarme el lomo para que me sienta aún peor!”

Mamá me obliga a subir a esta mesa sin patas, yo no quiero que me piquen. Mamá me obliga a quedarme ahí un rato, Eli también, finalmente me bajan. Al menos no me vacunaron esta vez.

“¿Podemos ir ahora a ver las cosas divertidas, mamá?”

Pero mamá y Eli entran conmigo a un pequeño cuarto que huele a vacunas, a animales y a cosas raras que no me gustan. Mamá me sube a una mesa que, aunque no es metálica, me pone nerviosa. “¿Mamá, que me van a hacer ahora?”

Mamá me acaricia, me dice que espere, dice que ya viene la veterinaria… «¿Entonces si me van a picar?, ¡ay, no!»

Una persona que no conozco entra, nos saluda y comienza a acariciarme y a apretarme poquito por todos lados, no deja de decirle cosas que no entiendo a mamá y a Eli, después le dice algo a mamá y saca un palito, mamá me sujeta y… ¡ouch!, odio que me tomen la temperatura.

La persona le dice algo a mamá, suena preocupada, así que sale de la habitación y vuelve a entrar con algunas cosas que suenan a bolsas de comida pero no huelen a comida y comienza a colocar frascos en la mesa.

Mamá y Eli no dejan de acariciarme y de hacerle preguntas a esta persona que no conozco.

“Mamá, ¿podemos ir a casa ahora?, no me siento bien, no me gusta estar aquí, tengo miedo”.

Entonces pasa lo que tanto me temía.

Mamá me abraza.

Eli me abraza.

Y la persona que no conozco aprieta un pedacito de mi lomo y lo pica. ¡Auuuuuch!

La persona soba mi lomo, mamá me dice palabras cariñosas junto con Eli, pero no me sueltan, entonces me pican de nuevo, y de nuevo, y luego otra vez.

Yo comienzo a llorar, me duele todo mi lomo.

Pero la persona que vino me obliga a pararme y me pica mi trasero.

“¡Me duele!, ¡ya no quiero!, ¡quiero ir a casa!”

La persona dice algunas cosas en un tono cariñoso, espero que se esté disculpando, porque no me gusta que me piquen, y menos tanto como ella.

Mamá me baja de la mesa, “Espera un poco, Oli, todavía no podemos irnos, nos van a dar unas medicinas”, no sé que es eso y no me importa, quiero irme, quiero salir… y entonces mi pancita me duele otra vez, siento que va a estallar, así que dejo que salga todo.

Y lo vuelvo a hacer.

Y lo hago de nuevo.

Mamá y Eli parecen nerviosas, Eli no deja de salir por papel y papel y más papel que colocan en el suelo, pero mi pancita no deja de doler, estoy asustada y adolorida y el pequeño cuarto donde estamos comienza a apestar tanto, que no puedo parar de hacer más.

Cuando la persona que me picó entra de nuevo, mamá ya ha limpiado casi todo el piso. La persona le entrega una bolsa a mamá, le dice unas cosas y al fin podemos salir, pero solo salimos Eli y yo. Mi hermana no me deja alejarme de la puerta de la entrada, mi pancita duele, pero trato de aguantarme, creo que a mamá no le gustó que hiciera ese desastre.

Cuando mamá nos alcanza, caminamos al auto, mamá pone papel y plástico en el auto y a mí se me sale un poco de esa cosa líquida otra vez.

Todo el camino me siento mal.

Me duele mi panza, me duele mi trasero y me duele mi lomo, no puedo evitar tratar de subirme a Eli para que me cargue y ella comienza a llorar luego de un rato, tal vez la lastimé con mis garras, “Lo siento Eli, solo quiero que me abraces, me siento muy mal.”

Ya en casa, mamá intenta darme comida y agua. Solo bebo agua, de verdad no puedo comer, aunque comienzo a sentirme un poco mejor, mi panza ya no duele tanto y tengo un poco de frío.

Aún así, trato de acostarme a descansar.

Todavía estoy enferma, pero al menos ya no estoy tan adolorida.

El Diario de Ollivander XXIX

No me siento bien.

Me desperté muy temprano para ir al baño, luego subí a dormir con Eli, pero su puerta está cerrada y huele raro, como a otra persona, así que dejo de llamarla y vuelvo a dormir al sillón.

Mamá baja después, me abre la puerta del patio y me sirve comida, yo la sigo. “Mamá, no me siento muy bien, realmente no tengo mucha hambre”, pero mamá no me entiende.

Mamá, abuela y tía entran a la cocina, la casa huele a comida… pero me siento tan cansada, que ni siquiera trato de pedirles comida. Me acuesto en el suelo, a un lado del comedor para poder verlos y oírlos a todos. Cuando terminan de comer, comienzan a subir y bajar con otras ropas que huelen a limpio. Yo subo al sillón y me quedó quieta, me gustaría jugar con ellos, pero no tengo fuerzas para nada.

Mamá empieza a mover mis trastes al patio, ¡ay, no!, ¡afuera de nuevo!

Mamá me llama y yo la sigo, sé que me dejarán ahí, ella se da cuenta de que no comí el desayuno, así que intenta darme un poco, yo trato de comer un poquito, pero de verdad me siento mal, no tengo nada de hambre.

“Lo siento, Oli, vamos a salir un rato muy largo, tienes mucha comida y agua, vas a estar bien”

No entiendo todo lo que me dice, pero se sienta conmigo en el trampolín, que está fresco.

Creo que mamá sabe que me siento mal, o tal vez piensa que no quiero estar sola, no lo sé, solo sé que mamá me ve y me acaricia, incluso pone a todos mis peluches a mi alrededor y promete que van a regresar.

“Está bien, mamá, yo descansaré aquí afuera”, escucho a papá que la está llamado, mamá me da unos cuantos besos de esos raros que me dan ella y mis hermanos en la frente, luego se vuelve a despedir y cierra la puerta para irse.

Me despierto un par de veces durante el día y tomo agua de los platos que mamá dejó en la sombra, luego vuelvo a acostarme a dormir arriba o debajo del trampolín.

Es de noche cuando escuchó el carro, la puerta y las voces de todos. Mis hermanos abren la puerta, pero estoy tan cansada, que no puedo ir, me duele mi pancita.

Mamá va por mí, me ofrece comida, pero no tengo nada de hambre.

Mamá sale de nuevo con papá, esta vez me deja en el sillón con mis hermanos y mis abuelos, cuando regresa, se sienta un rato largo conmigo en lo que cocinan algo que huele muy bien.

Mamá me acaricia mucho rato, luego se para, me dice que me porte bien y coma un poco, ella, papá y tía salen de la casa.

Los abuelos nos dan comida a mis hermanos y a mí, esta vez no hay croquetas, solo pollo y agua que huele raro. Tomo el agua, pero no puedo comer el pollo, huele muy bien y sabe muy bien, pero no puedo tragarlo, así que lo escupo.

Mamá regresa muy tarde, cuando ya todos se han acostado a dormir, los abuelos hablan con ella, quitan las cosas raras que habían puesto en la sala para teclear y mamá me acaricia de nuevo.

“Tendremos que llevarte al veterinario, Oli, no es normal que no quieras comer.”

Yo solo froto mi cabeza contra ella un rato, durmiendo arrullada por su aroma luego de que todos se han ido arriba a dormir.

Espero sentirme mejor mañana.

El Diario de Ollivander XXVIII

Hoy también me sacaron temprano al patio.

Los observé limpiando y acomodando cosas, luego mamá salió con el carro, cuando volvió, yo estaba esperando en la ventana con mi hermanita Iliana, entonces mamá entró y, ¿ESE ES OTRO HERMANO MAYOR? ¿Y OTRO ADULTO?

Alan dice que el otro adulto es nuestra tía Lau, y yo estoy muy emocionada.

“¿De dónde salieron?, ¿se van a quedar?, ¿me trajeron comida? ¿o juguetes?, ¿por qué huelen a gato?”

Mamá me carga, dice que me esté quieta y me porte bien. Mamá, yo me porto bien, soy una niña buena, pero quiero saber mucho de este otro hermano mayor y de esta tía… ¿qué es un tía?

Eli me carga un momento, yo saludo a papá, que llegó junto con los nuevos humanos. Mamá sube unas cajas que ellos trajeron y las pone en la habitación de Eli, quien me deja bajar porque le insisto mucho, entonces subo la escalera, yo también quiero entrar, pero no me dejan.

Apenas se sientan, salto y abrazo al nuevo hermano y al nuevo tía, les doy besos y los oigo riendo y gritando, ¡también estoy emocionada!

Un poco después, mamá abre la puerta por algo que le dice Eli, todos corren como locos, yo también, hasta que veo que es un auto, ¿Otro auto?, ¿vamos a pasear?. En el otro auto hay una persona, quiero saludarlo y preguntarle quien es, entonces recuerdo el pollo que estaba tirado cruzando la calle y corro, mamá viene detrás de mi, mis hermanos intentan seguirme y mamá les dice ¡QUIETOS!, y todos ellos se detienen, luego me ofrece comida, pero estoy tan lejos, que no sé que comida es, así que me acerco, el hombre en el auto también me hablan y mamá me atrapa.

¡Oh, no!, ¡caí!

Mamá me pasa al patio, me acaricia y me deja mucha agua y un plato con comida, mamá dice que volverán pronto, dice que tengo que esperar, yo subo al trampolín cuando todos se van.

Cecilio no quiere que me acueste en la camita que tengo afuera, yo le digo lo que pasó y ella se va a dar una vuelta por el jardín.

Mamá regresa con todos mis hermanos y me dejan entrar, ¡estoy tan feliz!, un poco después regresan los demás y nos sentamos en la sala.

Más tarde llega la otra abuela y un señor que no conozco, pero que dice que también es mi abuelo. Intento saludar y jugar y abrazar y besarlos a todos. Abuelos y tía se ríen, papá le dice algo a mamá luego de ir afuera y regresar con cosas que huelen a vidrio frío y mamá me toma en brazos y me vuelve a sacar, “lo siento Oli, no puedes estar aquí por el momento, hay muchas botellas de vidrio”, no entiendo bien, pero Cecilio regresó a su casa de agua, así que puedo acostarme en la camita que mamá puso junto a la enorme ventana puerta y los observo, como mi cena y me quedo dormida escuchándolos reír y hablar. Algo después, cuando ya no hay ruido, mamá abre la puerta, me acompaña al sillón y se sienta un rato conmigo.

No me gusta estar afuera sola, pero me gusta que mamá se quede un rato conmigo cuando puedo volver a entrar, ojalá pronto pueda estar todo el día dentro de casa otra vez.

El Diario de Ollivander XXVII

¡Personas nuevas!

¿Quienes son? ¿Que hacen aquí? ¿Van a jugar conmigo? ¿Me dan comida? ¿A qué huelen? ¡LOS AMO!

No sé porqué vienen, ¡pero me encanta!  

Quiero jugar con ellos y olfatearlos y abrazarlos y estoy tan feliz, todos ellos huelen diferente, ¿de dónde salieron para oler así?, ¿me llevan?

«¿Mamá, quienes son?»

Mamá no me contesta, pero ella y mis hermanos los conocen, los saludan y abrazan, entonces mi hermano dice «mira Olí, son nuestros abuelos».

¿Abuelos? Que nombre tan curioso, creo que me gusta.

Tenemos varios abuelos, una huele a perro y a gato, es muy amable conmigo y se ríe mucho.

Luego están los abuelos qué huelen a cosas raras, como humo de carro, plantas, papel y jabón. Ellos no juegan conmigo, pero también los quiero mucho.

Mis abuelos trajeron muchas cosas de plástico a la casa, cosas de metal comida y unas cajas de tela con ruedas.

«¿Me trajeron algo también?»

Nadie me contesta, mi familia no habla en perro, así que subo al sillón y olfateo. «¡Me trajeron un peluche nuevo!»

Tomo mi juguete nuevo y salgo a jugar con el al patio, ¡Mi juguete se rompe si lo muerdo muy fuerte! ¡LO AMO!

Después mamá toma mi juguete, «Mamá, ¡No!», pero parece que mi mamá no me entiende… Y que ese no era un juguete, upss.

En la noche, los abuelos suben a dormir, yo me siento muy feliz, de pronto mi familia es mucho más grande que antes. Yo me duermo en el sillón de la sala, ya quiero que sea de día para seguir jugando y conociendo a los abuelos.

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